miércoles, 2 de junio de 2010

GUERRA CIVIL, Nunca pierdas la esperanza.


Salgo a la calle armado con mi escopeta y con un chuchillo no muy largo atado a una cuerdecilla que cuelga de mi cintura, tambien tengo otro escondido dentro de la camisa, he salido de casa porque he oido un ruido extraño. Seguro que es alguno de esos traidores...

Mi mujer y mi niña estan dentro, escondidas en la bodega, no quiero que si a mi me pasase algo, Dios no lo quiera, las encuentren. No, no, eso ni pensarlo. Mis chicas estaran bien, no tengo porque preocuparme, ademas estan con la vecina y su hijo pequeño. Todo saldra bien.

Silencio...

Otra vez ese ruido...

Voy abanzando hacia unos grandes matorrales que estan al lado de la tapia de los otros vecinos, los que fueron asesinados hace un par de semanas, por esos, esos... en fin, mejor me callo.

Estoy muy nervioso, yo nunca he matado a nadie y si... ¿Y si me apuntan con un arma?, ¿Que hago?, ¿Disparo yo?, ¿Intento hablar con él?. No, no, hablar con él no, seguro que me disparará...

Estoy a dos metros escasos de los matorrales, otra vez ese ruido, es como, como... ¿Dos metales chocando y unos susurros?. Me quedo quieto. Espero unos segundos y vuelve a oirse lo mismo. Cuando el sonido para grito: ¿¡Quien anda ahí!?

Todo queda en silencio. ¿¡Que quien anda ahí!? vuelvo a gritar. Los matorrales empiezan a moverse y de entre ellos aparece un hombre. ¡Quieto!, grité.

Le apunte con mi escopeta, pero aquel hombre desaliñado me dijo en tono suave: tranquilo Manuel, soy yo.
Era el vecino al cual creiamos que habian matado unas dos semanas antes, ¡Miguel! grité de alegria y con lagrimas en los ojos, nos abrazamos.

Acto seguido su mujer salió de entre las sombras de esos matorrales, ¡Pilar!, tambien la abracé.

Pasaron los años, y de todo esto solamente pude sacar una conclusión, la cual, he inculcado a mi hija y a mis nietos.

Nunca pierdas la esperanza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario